Creo que no hay mejor forma de empezar un blog que con algo que apasiona y, si bien
Glee no era el santo patrón de mi devoción seriefila, tuvo que llegar el especial de Madonna para convertirme en fan de la serie de Ryan Murphy.
Bien es sabido que la serie se ha convertido en el hit de esta temporada. Famosos en apariciones especiales y la mismísima Casa Blanca lo corroboran, sin embargo, y pese a lo fan que fue una servidora de
Popular, Glee era una serie que veía como tantas otras: sólo por entretener y sin ofrecerme más que un rato ameno sin pretensiones. No pasaba nada porque me retrasase una semana sin verla, no era esa espera de morderme las uñas hasta llegar a los muñones como sí me pasa con
Lost (que anda que voy a mezclar la velocidad con el tocino), pero si bien ponía una mueca cada vez que alguien hablaba de Glee con una pasión ensordecedora, ironías de la vida, soy yo la que lo está haciendo ahora.
Y es que Madonna ha sido, es y será un gran espectáculo y los chicos de Glee han sabido dejar el pabellón bien alto, en este capítulo me han demostrado que de verdad tienen buenas voces, inclusive las tienen los que yo tachaba casi de elementos de atrezzo. Un tiempo rápido, enlazando unas escenas con otras al más puro estilo Popular, canciones que parecen que vienen sin ton ni son y que, cuando las estás escuchando, te das cuenta de que están impecablemente elegidas, un increíble número de Mercedes y Kurt acompañadas por las Cheerios que no deja indiferente ni a la mismísima Sue Sylvester (que igualmente está impecable en su número), esos chicos cantando "
What It Feels Like For A Girl" que se me ha hecho demasiado corto y un final como muy pocas veces he visto en Glee, de esos que te ponen la piel de punta y la sensación de que por fin lo han conseguido contigo, que te has vuelto conversa y que Ryan Murphy ya no es "aquel chico de Popular" si no el creador de Glee, la serie que hizo que todos dejásemos de pensar en las garras de Madonna y volviésemos a apreciarla como la estrella del pop que es.
